Las izquierdas estadounidenses y europeas suelen ver con alguna simpatía las dictaduras latinoamericanas que ondean la bandera antiimperialista, anticapitalista y justicialista. Por eso, era de esperarse que las siempre irresponsables izquierdas caviar se identificara con Chávez y su retórica antiyanqui. Después de todo, Chávez es una de las pocas figuras democráticas en el panorama del antiamericanismo. No es un dictador, como sí lo son todos los mandatarios del Medio Oriente, y aunque su práctica política no es precisamente la más democrática, su origen y legitimidad electoral no es puesta en duda, ni siquiera por sus opositores. Al final, la única democracia que importa a la comunidad internacional es la formal, y mientras formalmente Hugo Chávez no rompa con el sistema democrático, no será tan vergonzoso asociarse con él.
Además, el carácter folklórico e histriónico del presidente venezolano le permitía a esas izquierdas venderlo como el representante perfecto de lo latinoamericano, o mejor dicho, de lo que ellos entienden por latinoamericano.
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