Sunday, October 3, 2010

Dilma Rousseff: Una seria administradora a la sombra de Lula

Hija de un empresario y abogado comunista búlgaro y de una brasileña, se crió en Belo Horizonte, en un medio acomodado y politizado. Quizás por esos antecedentes familiares, Dilma, en un país como Brasil, con un fuerte sentimiento religioso, no es muy conocida por su devoción y la prensa opositora ha intentado explotar ese hecho para enfrentarla, por ejemplo, a la gran comunidad de evangélicos (mas del 20% de los brasileños pertenecen a alguna iglesia de este tipo, incluida la candidata del Partido Verde, la conocida ecologista Marina Silva). Ha tenido que ser siempre Lula, que siempre se ha proclamado como católico, quien saliera a su rescate. Sus asesores de campaña electoral respiraron aliviados cuando pudieron distribuir, pocos días antes de la fecha electoral, una foto de una sonriente Dilma en una iglesia, asistiendo al bautizo de su único nieto, Gabriel, hijo de su única hija, Paula, que tuvo cuando tenía 29 años, con su segundo marido.

Otro rasgo especial de su pasado es su militancia, en los años 70, en una organización partidaria de la lucha armada. Dilma siempre ha negado que empuñara las armas o que participara en alguna de las acciones violentas más famosas protagonizadas por su grupo y de hecho cuando fue detenida, en 1970,en Sao Paulo, fue condenada a algo más de dos años de cárcel por "actividades subversivas", una pena demasiado leve como para responder a hechos violentos. Aun así, muchos piensan que sigue habiendo episodios no aclarados de esa etapa de su vida y un diario de Sao Paulo ha reclamado en estos días que se haga público el expediente elaborado por el tribunal militar que la juzgó y que ha sido retirado de los archivos, según su responsable para evitar su manipulación en época electoral. En cualquier caso se sabe que fue torturada y, según declaro a un periodista de la revista Piauí, "nadie sale de eso sin marcas".

Dilma Rousseff salió de la cárcel con 25 años, muy delgada y sin abdicar de sus creencias. Para estar cerca de quien fue el gran amor de su vida, su segundo compañero, Carlos Araujo, el padre de su hija, también militante de la misma organización y también detenido, marchó a Porto Alegre, donde reinició sus estudios de economía. En el gran perfil publicado por la mencionada revista, que recogió infinidad de testimonios de sus amigos, los compañeros de prisión de Araujo la describen como "simpática, solidaria y muy cariñosa". No coincide, probablemente, con la opinión que tienen ahora sus colaboradores, frecuentemente molestos por su aspereza en el trato.

Con Araujo vivió casi 30 años, hasta que descubrió que estaba esperando un hijo con otra mujer, y le plantó en la calle. Aun así mantienen una excelente relación. Ella le visita cuando le tienen que internar, por culpa de un enfisema, y él pasó una semana a su lado cuando le detectaron, hace pocos meses, un cáncer linfático. Dilma, que es coqueta y que se ha hecho dos operaciones de cirugía estética, se rapó completamente el pelo antes de que se le cayera y se sometió con ánimo a duras sesiones de quimioterapia. "Fue bueno sentir el agua correr por la cabeza", se limitó a contar, cuando ya estaba curada.

Sus amigos más antiguos dicen que es mas simpática de lo que parece, buena compañera de viaje (visitó Europa tres veces con distintas amigas y según ellos habla ingles, francés y español) y que le gusta la pintura (Caravaggio, Matisse, la mexicana Remedios Varo). Sus colegas de trabajo la describen como "dura". Políticamente, siempre se distinguió por defender un papel importante del Estado, aunque desde el primer momento y para enfado de algunos de sus primeros jefes se opuso a la estatalización del sector eléctrico. Tal vez por eso contó siempre con el apoyo de Antonio Palocci, el primer ministro de Hacienda de Lula, artífice de su inesperada política de austeridad, que tuvo que salir del gobierno por un escándalo sexual y de soborno y que ahora, con Dilma como presidenta, prepara su regreso triunfal.

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