Money, Sex, Power and Christian Evangelicals
Roger Ross Williams is perhaps better known for getting Kanye’d at the Oscars than for being the first black filmmaker to win an Academy award in the Documentary Shorts category, but we have a feeling that’s about to change. The producer-turned-director’s latest, God Loves Uganda, is an uncompromising look at a particularly sinister element of U.S. engagement with Africa: the implication of American citizens in fermenting and funding violent homophobia in Uganda.
Wednesday, May 22, 2013
Thursday, May 16, 2013
Tuesday, May 14, 2013
Judith Butler y Beatriz Preciado en entrevista con la revista Têtu
Revista Têtu: Beatriz, ¿de dónde viene tu obsesión filosófica por el cuerpo?
Beatriz Preciado:
En la época cuando yo estaba en un departamento de arquitectura,estudiaba con Derrida y publiqué mi primer libro, que fue sobre los consoladores, el Manifiesto contra-sexual, en Balland, en una colección editada por Guillaume Dustan. Estaba obsesionada con el problema del cuerpo y de su materialidad, y me sorprendí aldescubrir el análisis performativo de la identidad realizado por Butler. Su análisis ha cambiado radicalmente mi manera de pensar los géneros y la sexualidad. Lo que yo quería desde el principio, era tomar este análisis y llevarlo al campo de la corporeidad. Comencé a tomar testosterona y quería hacer un libro sobre la genealogía política de las hormonas, a partir de la obra de Judith y de la de Foucault. Esto fue para mostrar cómo nos hemos desplazado hacia un nuevo régimen de control y de producción del género yde la sexualidad.
¿Por qué quisiste experimentar con la testosterona y contar esta experiencia enTesto Yonqui?
Beatriz Preciado:
En mi generación, contrariamente a la de Butler, la testo se introdujo brutalmente en los grupos gays y lesbianos y trans de tendencia anarquista. En España,todos mis amigos comenzaron a tomarla. Yo siempre he tomado drogas, así que quería probar la testo pero al mismo no quería cambiar de sexo y firmar un contrato dereasignación sexual con el Estado, que es más bien el proceso de los transexuales. Muchos pensaban que yo iba a convertirme en un hombre instantáneamente. Como si la hormona portara la masculinidad en ella misma. Políticamente, de hecho, las hormonas son un sistema de comunicación, de circulación, son una forma de contaminación viral. Tomé mi cuerpo como terreno de experimentación. Por lo tanto, se trató de un estilo de “autoficción”, pero no en el sentido que se le da hoy en día, la del pequeño Yo,confinado a lo privado. El cuerpo tiene un espacio de extrema densidad política, y es el cuerpo de la multiplicidad. Es el universal en el particular. Sin embargo, está creciendo hoy en día el rechazar el marco médico y psiquiátrico, donde hasta ahora se define la transexualidad. Se trata de resistirse a la normalización de la masculinidad y la feminidad en nuestros cuerpos, y de inventar otras formas de placer y de convivencia.
Judith Butler:
Lo que es importante, es el discurso que se está dando a las hormonas yel poder que se les atribuye. Hablamos como de algo interno que nos afecta y que se expresa en nuestras acciones, sobre las cuales no habría ninguna decisión: “Lo siento, son mis estrógenos, no mi cogito sino mis hormonas”, es algo que se oye a menudo. Claro, hay algo de verdad en este discurso, pero la verdadera pregunta es cómo se le ha constituido en verdad. Las hormonas siempre producen una situación fisiológica pero ellas son siempre interpretadas, consciente o inconscientemente, y las creencias acercade la hormona “masculina”, la testosterona, son ilustrativas.
¿Sigues tomando testosterona hoy en día?
Beatriz Preciado:
Continúo haciéndolo de manera esporádica, de momentos muy lejanos unos de otros. Para mí, la testosterona es una droga sexual. No creo en la verdad del sexo, ni masculino, ni femenino. Ni con la testosterona ni sin ella. El sexo y el género se producen en la relación con los otros. Como Judith lo ha mostrado, se trata de actos.
¿Cómo funciona el concepto de biopoder de Foucault en el farmacopoder ofarmacopornografía?
Beatriz Preciado:
Foucault ha hecho un análisis muy interesante de la producción de identidades en el siglo XIX por el discurso médico, la ley y también las instituciones de reclusión. Estas arquitecturas externas fueron controlando, regulando, disciplinando, midiendo la vida o biopoder. Esto es lo que ha permitido una comprensión extremadamente precisa del momento donde la identidad sexual ha sido inventada. También he tenido siempre la atención por el hecho de que Foucault jamás hizo una arqueología del presente, del cuerpo gay y lesbiano o de la normalización de la sexualidad contemporánea siendo que él conoció el feminismo, los comienzos del mundo gay y lesbiano, los Estados Unidos, San Francisco. Yo pienso que era muy complicado para un intelectual gay tener un discurso en primera persona en los años 70. Su análisis ha ido perdiendo credibilidad. Él dijo muy poco acerca de las técnicas contemporáneas de producción de las identidades como el cine, la fotografía, los medios masivos de comunicación, y absolutamente nada de la pornografía (excepto la del siglo XVIII). Mi objetivo era cruzar el análisis performativo de Judith con la arqueología crítica de los dispositivos disciplinarios de Foucault, y de llevarlos sobre el terreno del cuerpo, y de las tecnologías bioquímicas pornográficas. Aquí es donde entramos al farmacopoder. A partir de los años 40, el biopoder ahora toma la forma del régimen farmaco pornográfico, según mi lectura. El régimen disciplinario que coincide con la aparición del capitalismo industrial estaba basado sobre la represión de la masturbación. Básicamente, la masturbación era un desperdicio de energía porque no sirve a la lógicade continuidad entre el sexo y la reproducción de la especie. Así, para vigilar el cuerpo, las técnica de control se van a miniaturizar después de la Segunda Guerra Mundial, con la invención de las hormonas las técnicas de control devienen interiores. Ya no hay necesidad del hospital, del cuartel, de la prisión, porque ahora el cuerpo mismo se ha convertido el terreno de vigilancia, la herramienta definitiva. ¿Qué es lo que se está tomando cuando se toma la testo o la píldora? Se traga una cadena de signos culturales, una metáfora política que lleva toda una definición performativa de construcción del género y de la sexualidad. El género, femenino o masculino, aparece con la invenciónde las moléculas. A continuación, muy rápidamente, la pornografía se estable como nueva cultura de masas, y la masturbación se vuelve una palanca de producción del capital. La mano, que no tenía un género, como el ano, es ahora potentia gaudendi o fuerza orgásmica, herramienta de producción.
Judith, tú has analizado la melancolía del género en tu trabajo, ¿encuentras que se halle en el libro de Beatriz?
Judith Butler:
Algunos psicoanalistas dicen que Beatriz se imagina todo poderosa, creída, ocupando todos los lugares, en su libro. Pero lo que yo encuentro muy interesante, es que ella nos invita a un campo de experimentación entre dos extremos que son, de un lado, su posición, y del otro, aquel de la diferencia sexual defendido por los analistas. Lo que es peligroso, es pensar que la masculinidad es una cosa bien delimitada y la feminidad otra, y que ambas no pueden ser sino así. También, la melancolía de la que hablo aparece sobre todo en la formación de identidades rígidas. Si yo exclamo golpeándome con el puño: “¡Yo soy homosexual!”, u otra cosa, si mi identidad se convierte en una cosa que afirmo, que debo defender, hay entonces rigidez. ¿Cuál es la necesidad de fijarse de una vez por todas? ¡Como si yo conociera mi futuro,como si pudiera ser un todo continuo! Existen formaciones identitarias que se defienden de sentir alguna perdida, y es ésta la melancolía del sujeto homosexual la que me interesa. Tomemos ciertas formas de hipermasculinidad o de hiperfeminidad en la cultura heterosexual, ellas tienen cierto aire queer (performativas), porque son hiperbólicas. Un hombre, por ejemplo, que tenga miedo de tener el menor rastro de feminidad en él, y que viva al acecho de cualquiera de ellos. En el mundo gay y lesbiano también puede haber una cierta “policía de identidad”. Como si, en tanto que lesbiana, no seré sino lesbiana, no tendré sino sueños lesbianos, no tendré sino fantasías con mujeres. A menudo la identidad puede ser vital para hacer frente a una situación de opresión, pero sería un error utilizarlo para no afrontar la complejidad. No se puede saturar la vida con la identidad.
Beatriz Preciado:
Comencé el libro con un luto, la muerte de Guillaume (Dustan), y hoy en día, hago el luto de la identidad, no seré jamás verdaderamente lesbiana, jamás verdaderamente un transexual, y este luto resulta ser realmente liberatorio. Yo pude haber decidido no tomar más testosterona, pero eso hubiera sido melancólico. La cuestión es cómo hacer el luto de la política de identidad.
Monday, May 13, 2013
Cornel West: Obama 'Is a War Criminal'
Despite invoking Dr. King, Obama 'tied to Wall Street and drones".In an interview with the Guardian published on Sunday, renowned professor and prolific critic of the "military-industrial-complex" and rampant "plutocracy" in the U.S. and around the world, Dr. Cornel West explained his views on the state of America today and his fall from grace, by design, with President Barack Obama: "He's just too tied to Wall Street. And at this point he is a war criminal." Cornel West (Photo: David Levene / the Guardian)"They say I'm un-American," West told interviewer Hugh Muir, referring to Obama's team.But from someone who actively campaigned for the man, only to be quickly and vastly disappointed, West sees in Obama the epitome of Washington corruption.
http://www.guardian.co.uk/politics/2013/may/13/cornel-west-they-say-i-am-unamerican
http://www.guardian.co.uk/politics/2013/may/13/cornel-west-they-say-i-am-unamerican
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Sunday, May 12, 2013
Saturday, May 11, 2013
Chavismo After Chávez
What Venezuelans may remember most about last month’s presidential campaign is the moment right at the start, when Nicolás Maduro Moros, the late Hugo Chávez’s chosen successor, told a television audience that the supreme comandante had come back to him in the shape of a little bird and, chirping, urged him on to victory. There was also the time he promised that an ancient Indian curse would fall on those who voted for the opposition candidate, Henrique Capriles.
In a leaked video the minister of housing could be seen snarling at employees that he would fire anyone expressing opinions against Maduro. The new president’s former and possibly future rival for power, congressional leader Diosdado Cabello, tried to whip the opposition into line by announcing publicly that any member of the the Asamblea Nacional, Venezuela’s single-chamber parliament, who failed to recognize Maduro’s victory would not be given the floor. A few days later he amended that statement to say that any asambleista who refuses to recognize Maduro and is therefore not allowed to speak would not be working, and would consequently lose the month’s salary.
The new rich created by chavismo, theboliburguesia—nicknamed by the opposition because Chávez baptized everything he ran in honor of his hero, Simón Bolívar—fly in private jets and wheel about Caracas in Mercedes, clad in designer clothes and privilege.
While his political base crumbles, Maduro inaugurates theaters, attends circus performances, wears olive-green military-style shirts with ever-broader epaulets even though he never served in the army, and denounces coup and assassination plots against him.
Perhaps the plots and coups Maduro seems obsessed with are coming not from outside his party but from within. The growing tumult and disorder is so extreme, so clearly provoked, and so destructive that one must at least consider the possibility that it is being encouraged by defeated chavista rivals now smelling wounded prey, or from those sectors of the military who have never welcomed the Cuban presence in Venezuela, or both.
In a leaked video the minister of housing could be seen snarling at employees that he would fire anyone expressing opinions against Maduro. The new president’s former and possibly future rival for power, congressional leader Diosdado Cabello, tried to whip the opposition into line by announcing publicly that any member of the the Asamblea Nacional, Venezuela’s single-chamber parliament, who failed to recognize Maduro’s victory would not be given the floor. A few days later he amended that statement to say that any asambleista who refuses to recognize Maduro and is therefore not allowed to speak would not be working, and would consequently lose the month’s salary.
The new rich created by chavismo, theboliburguesia—nicknamed by the opposition because Chávez baptized everything he ran in honor of his hero, Simón Bolívar—fly in private jets and wheel about Caracas in Mercedes, clad in designer clothes and privilege.
While his political base crumbles, Maduro inaugurates theaters, attends circus performances, wears olive-green military-style shirts with ever-broader epaulets even though he never served in the army, and denounces coup and assassination plots against him.
Perhaps the plots and coups Maduro seems obsessed with are coming not from outside his party but from within. The growing tumult and disorder is so extreme, so clearly provoked, and so destructive that one must at least consider the possibility that it is being encouraged by defeated chavista rivals now smelling wounded prey, or from those sectors of the military who have never welcomed the Cuban presence in Venezuela, or both.
Bill Moyers: How People Power Generates Change
With US democracy threatened by plutocrats and the politicians in their pockets more than ever, the antidote to organized money is organized people. It takes time and effort, but across the country, grass roots democracy is growing. Individuals are banding together, organizing toward common goals and demanding change – and often delivering it.
Marshall Ganz is a social movement legend who dropped out of Harvard to become a volunteer during Mississippi’s Freedom Summer of 1964. He then joined forces with Cesar Chavez of the United Farmworkers, protecting workers who picked crops for pennies in California’s fields and orchards. Ganz also had a pivotal role organizing students and volunteers for Barack Obama’s historic 2008 presidential campaign. Now 70, he’s still organizing across the United States and the Middle East, and back at Harvard, teaching students from around the world about what it takes to beat Goliath.
Marshall Ganz is a social movement legend who dropped out of Harvard to become a volunteer during Mississippi’s Freedom Summer of 1964. He then joined forces with Cesar Chavez of the United Farmworkers, protecting workers who picked crops for pennies in California’s fields and orchards. Ganz also had a pivotal role organizing students and volunteers for Barack Obama’s historic 2008 presidential campaign. Now 70, he’s still organizing across the United States and the Middle East, and back at Harvard, teaching students from around the world about what it takes to beat Goliath.
Sunday, May 5, 2013
Bangladesh, lúgubres fábricas de telas con terribles condiciones laborales
Es imposible competir con la fealdad de Dacca. La capital de Bangladesh es el caos hecho ciudad, un amasijo de edificios inacabados, amontonados sin plan urbanístico alguno, que tratan de cobijar a unos 14 millones de habitantes. Solo la mitad son residentes oficiales. El resto ha llegado, procedente de los cuatro puntos cardinales de uno de los países más pobres del planeta, con la esperanza de darle un mordisco al 6% de crecimiento económico, un porcentaje que llena de orgullo al Gobierno y que convierte a la antigua Pakistán Oriental en uno de los ejemplos más exitosos del milagro económico del subcontinente indio.
Por 54 horas de trabajo a la semana, y siempre bajo la amenaza de derrumbes como el del Rana Plaza —más de 430 muertos— o incendios como el de Tazreen Fashions, con 110 fallecidos, la mayoría de los trabajadores cobra el salario mínimo más bajo del planeta: 3.000 takas (algo menos de 30 euros) al mes.
Por 54 horas de trabajo a la semana, y siempre bajo la amenaza de derrumbes como el del Rana Plaza —más de 430 muertos— o incendios como el de Tazreen Fashions, con 110 fallecidos, la mayoría de los trabajadores cobra el salario mínimo más bajo del planeta: 3.000 takas (algo menos de 30 euros) al mes.
El precio social de la ropa
La tragedia de la fábrica textil de Bangladesh reabre el debate de la responsabilidad de las marcas
El país es tan atractivo porque tiene el sueldo mínimo más bajo del mundo: 29 euros al mes
Walt Disney, la empresa que más vende vía licencias en el mundo, ha anunciado que abandona Bangladesh pero las ONG quieren que se queden, den trabajos y salarios dignos y ejerzan presión —ellos que sí tienen el poder— para que mejoren las leyes y se apliquen. La corrupción es cotidiana en Bangladesh, y sus autoridades están ávidas por atraer extranjeros al sector textil, que ha convertido a mucho político en empresario.
“Las compañías que se abastecen en el pais y conocen las condiciones tienen que hacer mucho más para asegurarse de que las fábricas de las que se surten cumplen las normas, están bien construidas, correctamente inspeccionadas, tienen salidas de incendios y tratan a sus trabajadores correctamente”, declaró Peter McAllister, director de Ethical Trading Initiative,
Friday, May 3, 2013
The Paradox Of Our Age
We have bigger houses but smaller families;
more conveniences, but less time.
We have more degrees but less sense;
more knowledge but less judgment;
more experts, but more problems;
more medicines but less healthiness.
We’ve been all the way to the moon and back,
but have trouble in crossing the street to meet our new neighbour.
We built more computers to hold more copies than ever,
But have less real communication;
We have become long on quantity,
but short on quality.
These are times of fast foods but slow digestion;
Tall (hu)men but short characters;
Steep profits but shallow relationships.
It’s a time when there is much in the window
But nothing in the room.
Thursday, May 2, 2013
Wednesday, May 1, 2013
The Dark Side of the Digital Revolution
The drive for ever more detailed information on individual behavior is on with a vengeance in the profit-driven world of data mining, as anyone who observes the ads that mysteriously pop up during Internet browsing sessions well knows. But that invasive technology is now undergoing a massive revolutionary upgrade provided by the collection of vast numbers of biometric markers.
“Don’t think the data being collected by autocracies is limited to Facebook posts or Twitter comments,” Schmidt and Cohen warn. “The most important data they will collect in the future is biometric information, which can be used to identify individuals through their unique physical and biological attributes. Fingerprints, photographs and DNA testing are all familiar biometric data types today. ... With cloud computing, it takes just seconds to compare millions of faces. ... By indexing our biometric signatures, some governments will try to track our every move and word, both physically and digitally."
“Don’t think the data being collected by autocracies is limited to Facebook posts or Twitter comments,” Schmidt and Cohen warn. “The most important data they will collect in the future is biometric information, which can be used to identify individuals through their unique physical and biological attributes. Fingerprints, photographs and DNA testing are all familiar biometric data types today. ... With cloud computing, it takes just seconds to compare millions of faces. ... By indexing our biometric signatures, some governments will try to track our every move and word, both physically and digitally."
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