Wednesday, October 6, 2010

Por la legalización de las drogas


En los países consumidores, luego de medio siglo de persecución, no han descendido ni la oferta ilegal ni la demanda. Los beneficios prohibicionistas son modestos comparados con los daños, que son altos, y “caen desproporcionadamente sobre los países pobres y sobre la gente pobre de los países ricos”, como apunta The Economist. Esto, sin contar con las intervenciones políticas y militares efectuadas en el continente bajo la coartada de la guerra contra las drogas.

Países de producción y paso como Myanmar, Afganistán, Irán o, en América Latina, Perú, Colombia y México, han pagado en desarticulación institucional, violencia, inseguridad y corrupción, costos superiores a los que el consumo de drogas prohibidas hubiera provocado en su salud, su economía o su equilibrio social.
Los esfuerzos mexicanos en la materia admiten la comparación con el mito de Sísifo, condenado a subir una piedra montaña arriba sólo para que al llegar a la cima la piedra ruede cuesta abajo, y haya que subirla de nuevo.

El problema de México es de salud pública, como en todos los países, pero es también, con especial urgencia, un problema de seguridad. La prohibición impide una política integral de salud sobre las drogas porque niega la realidad. Es imposible pensar un mundo sin drogas. Podemos pensar, en cambio, un mundo capaz de controlar razonablemente el uso de estas sustancias.

La prohibición impide también una política eficiente de seguridad pública. Da rentas demasiado altas al crimen. Para países como México, el primer peldaño en el problema de seguridad es la flaqueza institucional de su Estado de derecho. Pero el problema se dispara por las rentas que los narcotraficantes obtienen en el mercado ilegal. Son esas rentas las que permiten al crimen organizado corromper, reclutar y armarse desmesuradamente.

La prohibición es lo que hace que un kilo de mariguana valga en México 80 dólares, y que ese mismo kilo cueste dos mil dólares en California; que un kilo de cocaína valga en una ciudad fronteriza mexicana 12 mil 500 dólares, y 26 mil 500 en la vecina ciudad estadunidense; que un kilo de heroína sea vendido aquí en 35 mil dólares, y en 71 mil del otro lado del río Bravo.

Sunday, October 3, 2010

How the Future Will Judge Our Moral Failings

The U.S. have 4 percent of the world’s population but 25 percent of its prisoners. What’s more, the majority of our prisoners are nonviolent offenders, many of them detained on drug charges. (Whether a country that was truly free would criminalize recreational drug use is a related question worth pondering.)

Dilma Rousseff: Una seria administradora a la sombra de Lula

Hija de un empresario y abogado comunista búlgaro y de una brasileña, se crió en Belo Horizonte, en un medio acomodado y politizado. Quizás por esos antecedentes familiares, Dilma, en un país como Brasil, con un fuerte sentimiento religioso, no es muy conocida por su devoción y la prensa opositora ha intentado explotar ese hecho para enfrentarla, por ejemplo, a la gran comunidad de evangélicos (mas del 20% de los brasileños pertenecen a alguna iglesia de este tipo, incluida la candidata del Partido Verde, la conocida ecologista Marina Silva). Ha tenido que ser siempre Lula, que siempre se ha proclamado como católico, quien saliera a su rescate. Sus asesores de campaña electoral respiraron aliviados cuando pudieron distribuir, pocos días antes de la fecha electoral, una foto de una sonriente Dilma en una iglesia, asistiendo al bautizo de su único nieto, Gabriel, hijo de su única hija, Paula, que tuvo cuando tenía 29 años, con su segundo marido.

Otro rasgo especial de su pasado es su militancia, en los años 70, en una organización partidaria de la lucha armada. Dilma siempre ha negado que empuñara las armas o que participara en alguna de las acciones violentas más famosas protagonizadas por su grupo y de hecho cuando fue detenida, en 1970,en Sao Paulo, fue condenada a algo más de dos años de cárcel por "actividades subversivas", una pena demasiado leve como para responder a hechos violentos. Aun así, muchos piensan que sigue habiendo episodios no aclarados de esa etapa de su vida y un diario de Sao Paulo ha reclamado en estos días que se haga público el expediente elaborado por el tribunal militar que la juzgó y que ha sido retirado de los archivos, según su responsable para evitar su manipulación en época electoral. En cualquier caso se sabe que fue torturada y, según declaro a un periodista de la revista Piauí, "nadie sale de eso sin marcas".

Dilma Rousseff salió de la cárcel con 25 años, muy delgada y sin abdicar de sus creencias. Para estar cerca de quien fue el gran amor de su vida, su segundo compañero, Carlos Araujo, el padre de su hija, también militante de la misma organización y también detenido, marchó a Porto Alegre, donde reinició sus estudios de economía. En el gran perfil publicado por la mencionada revista, que recogió infinidad de testimonios de sus amigos, los compañeros de prisión de Araujo la describen como "simpática, solidaria y muy cariñosa". No coincide, probablemente, con la opinión que tienen ahora sus colaboradores, frecuentemente molestos por su aspereza en el trato.

Con Araujo vivió casi 30 años, hasta que descubrió que estaba esperando un hijo con otra mujer, y le plantó en la calle. Aun así mantienen una excelente relación. Ella le visita cuando le tienen que internar, por culpa de un enfisema, y él pasó una semana a su lado cuando le detectaron, hace pocos meses, un cáncer linfático. Dilma, que es coqueta y que se ha hecho dos operaciones de cirugía estética, se rapó completamente el pelo antes de que se le cayera y se sometió con ánimo a duras sesiones de quimioterapia. "Fue bueno sentir el agua correr por la cabeza", se limitó a contar, cuando ya estaba curada.

Sus amigos más antiguos dicen que es mas simpática de lo que parece, buena compañera de viaje (visitó Europa tres veces con distintas amigas y según ellos habla ingles, francés y español) y que le gusta la pintura (Caravaggio, Matisse, la mexicana Remedios Varo). Sus colegas de trabajo la describen como "dura". Políticamente, siempre se distinguió por defender un papel importante del Estado, aunque desde el primer momento y para enfado de algunos de sus primeros jefes se opuso a la estatalización del sector eléctrico. Tal vez por eso contó siempre con el apoyo de Antonio Palocci, el primer ministro de Hacienda de Lula, artífice de su inesperada política de austeridad, que tuvo que salir del gobierno por un escándalo sexual y de soborno y que ahora, con Dilma como presidenta, prepara su regreso triunfal.

Friday, October 1, 2010

The Wire: Urban Decay and American Television

Set in post–September 11 Baltimore, the HBO series The Wire—whose sixty episodes were originally broadcast between June 2002 and March 2008 and are now available on DVD—has many things on its rich and roaming mind, but one of those things is Baltimore itself, home of Edgar Allan Poe, H.L.Mencken, Babe Ruth, and Billie Holiday. Baltimore is not just a stand-in for Western civilization or globalized urban rot or the American inner city now given the cold federal shoulder in the folly-filled war on terror, though it is certainly all these things. Baltimore is also just plain itself, with a very specific cast of characters, dead and alive. Eminences are pointedly referenced in the course of the series: the camera passes over a sign to Babe Ruth’s birthplace, tightens on a Mencken quote sculpted into the office wall of The Baltimore Sun; “Poe” is not just street pronunciation for “poor” (to the delight of one of The Wire‘s screenwriters) but implicitly printed onto one horror-story element of the script; a phrase of Lady Day wafts in as ambient recorded music in a narrative that is scoreless except when the credits are rolling or in the occasional end-of-season montage.

U.S. Apologizes for Syphilis Experiment in Guatemala

Cocaine Culture

The United States consumes 300 metric tons of cocaine a year, half of the world annual demand.

Para probar la eficacia de la penicilina

Médicos de EE UU inocularon sífilis y gonorrea a prisioneros y enfermos mentales de Guatemala