Kaessmann, divorciada y madre de cuatro hijas, responde al prototipo de mujer preparada y moderna, que desde su cargo ha incidido, no sólo en cuestiones de índole religiosa, sino política. Irritó a la clase política y se granjeó las simpatías de la mayoría de sus conciudadanos con su posición crítica respecto a la participación militar de Alemania en el conflicto de Afganistán.
Su dimisión era vista como ineludible, no por el hecho de haber tomado alcohol, lo que entra en la esfera de lo privado sino por haber conducido ebria, lo que en Alemania es un delito que puede implicar la retirada del carné de conducir durante un año y una multa equivalente al sueldo de un mes.
Wednesday, March 31, 2010
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