Tuesday, August 31, 2010

Wole Soyinka. El sentido de la vida

La globalización es inevitable. Uno tiene que aceptar que la globalización ha formado parte del mundo desde que se empezó a viajar. La expansión de las religiones es una forma de globalización y el comercio ha transferido la cultura, las costumbres y las convenciones de un sitio a otro. Esto tiene a veces como resultado una colisión, y otras veces, una simbiosis. El cristianismo intentó globalizar el mundo. El islam, también. Y, en la actualidad, algunos aspectos del islam siguen queriendo globalizar el mundo. La cultura en sí, en términos generales, se está globalizando. El problema empieza cuando la globalización se vuelve peligrosa, cuando la salud económica de una zona se consigue a expensas de un lugar más débil en el que los bienes se exportan de tal forma que hace que otros países se conviertan en marionetas. Y así nos encontramos con esas empresas manufactureras en Filipinas que fabrican allí una sudadera que luego se envía a Europa, donde se vende muy cara, mientras que los trabajadores están cobrando el sueldo mínimo. Ese es el aspecto de la globalización que me parece negativo y degradante. Pero en cuanto a la circulación de bienes, si funciona no necesariamente con una igualdad absoluta, sino simplemente con respeto a los seres humanos que los fabrican y a su cultura, si ayuda a fomentar esa cultura, la globalización debe considerarse positivamente. Así que no es la globalización per se, sino la recolonización de otras partes del mundo a través de medios económicos, lo que es negativo. Es negativa la banalización de los valores, la creación del consumismo como menor denominador común. Mucha gente reacciona ante expresiones como “globalización” como si el diablo estuviera a punto de entrar en la conversación, pero yo veo la globalización como la consecuencia inevitable de que se hayan acortado las distancias. ¿Cómo puede no haber globalización si puedes estar sentado en un rinconcito de un minarete en Irán y comunicarte con el resto del mundo? Este hecho, a pesar de las tristes restricciones que aíslan a sociedades, ya ha englobado el mundo y, en cierto sentido, los países retrógrados y regímenes malvados como el de Irán reciben los efectos liberadores de la globalización.

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